jueves, 2 de julio de 2009

PROUST Y JOYCE EN EL MAJESTIC

Tres meses después de la publicación de la novela ‘Ulysses’ y seis antes de que una septicemia se llevara a Proust al otro barrio, los dos autores más celebrados del siglo XX coincidieron en una cena en el hotel Majestic de París. Fue el 18 de mayo de 1922. El mérito del encuentro corresponde al matrimonio Schiff, anfitriones de la cena que celebraba esa noche el estreno de un ballet de Stravinsky.

Joyce llegó tarde y se disculpó por no ir vestido de etiqueta, luego se dedicó a beber champán lanzando eructos entre sorbo y sorbo. Poco antes de las dos de la madrugada apareció Proust con su inseparable abrigo de pieles. Se sentaron en sillas contiguas. Contamos con varias versiones de la conversación que ambos mantuvieron:

1) Según William Carlos Williams, Joyce dijo que tenía cefaleas a diario y se quejó de la vista; Proust replicó que su estómago le estaba matando; ambos alegaron prisa y se despidieron apresuradamente.

2) Según Margaret Anderson, Proust lamentó no conocer la obra de Joyce y éste repuso que nunca había leído a Mr. Proust.

3) Según Joyce (en conversación con Arthur Power), Proust le preguntó si le gustaban las trufas; Joyce contestó que sí.

4) Según Joyce (en conversación con Jaques Mercanton), Proust sólo le habló de duquesas aunque él estaba más interesado en las doncellas.

5) Según Joyce (en conversación con Budgen), Proust le preguntó si conocía al duque de tal; Joyce contestó que no; la anfitriona intervino para preguntar a Proust si había leído determinado capítulo del Ulysses; Proust dijo que no.

Ocupado como estaba con las correcciones infinitas de su obra magna, Proust no hizo pública su versión de los hechos. El 22 de noviembre de ese mismo año, Joyce asistió al funeral de su colega en la capilla Saint-Pierre-de-Chaillot. Cuando el organista atacó los primeros compases de la 'Pavana para una infanta difunta' de Ravel, se marchó sin esperar el final.

Años después, en uno de los apuntes de su diario, Joyce disfrazaba de ironía su opinión sobre el finado: “Los lectores llegan al final de las frases de Proust antes de que él termine de escribirlas”.

2 comentarios:

  1. Marías afirma que sentarse junto a Joyce en una cena o acto social era angustioso puesto que, al parecer, se mostraba taciturno y despectivo y refugiado, según Ford Madox Ford, en un silencio cómodo pero absoluto. Pero Joyce no le cae bien a Marías.

    (Lo prometido es deuda)

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  2. El miliciano estaría de acuerdo contigo, seguro que para él fue mejor la primera muerte que la segunda, aunque solo sea porque la primera no fue de verdad.

    Bienvuelto.

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