viernes, 4 de diciembre de 2009

Los cuentos jeroglíficos de Horace Walpole


Un siglo antes de que Lewis Carroll escribiese para la niña Liddell las aventuras de Alicia en el país de las maravillas, Horace Walpole dedicó a otra niña púber (en este caso la sobrina de Lady Ailesbury) su libro más extraño, titulado “Cuentos jeroglíficos”. Madame du Deffand, con quien se carteaba asiduamente, calificó el texto como la obra de un loco delirante.

Walpole, hijo de un primer ministro británico y primo del almirante Nelson, tuvo una discreta carrera política. Sus intereses iban más encaminados a las disciplinas artísticas. Los “Cuentos jeroglíficos” no son inferiores a las tan celebradas aventuras de Alicia; sin embargo, Walpole es hoy más conocido por ser el precursor de la novela gótica y por acuñar el término ‘serendipia’, que alude a esos hallazgos casuales tan frecuentes en el mundo de la ciencia. Sus innovaciones literarias fueron la extensión de lo que previamente había llevado a cabo en el campo de la arquitectura, convirtiendo su casa de Strawberry Hill en la parodia de un castillo gótico. En la prensa doméstica de ese castillo imprimió la primera edición de sus “Cuentos jeroglíficos”, compuesta por la respetable suma de siete ejemplares.

Los argumentos de los cuentos abundan en el absurdo y el sinsentido, en un derroche de imaginación que los hace parecer hoy tan frescos como hace más de doscientos años. Basta con reseñar el comienzo de uno de los relatos: ‘Había antiguamente un rey que tenía tres hijas, o mejor dicho, que habría tenido tres hijas si hubiese tenido una más, pues la primera de ellas, de un modo u otro, no había llegado a nacer nunca. Era, sin embargo, muy hermosa, tenía mucho ingenio y hablaba el francés a la perfección.’ Con este prometedor comienzo, Walpole pasa a relatar las dificultades del monarca para encontrar un heredero: ‘El rey, en efecto, insistía en que su hija mayor debía casarse primero y, como ésta no existía, era muy difícil encontrarle un marido apropiado.´ El relato nos brinda la aparición de un príncipe que, según explica Walpole, ‘habría sido el héroe más cumplido de su época si no hubiera estado muerto’. Imaginen los lectores las complicaciones inherentes a la unión entre una mujer que no existe y un hombre que ha dejado de existir. Remito a la lectura del libro para conocer de primera mano el desenlace.

(En cuanto a las motivaciones de Horace Walpole para entretener a la niña Caroline Campbell, los críticos apuntan teorías cercanas a las que manejan para justificar el interés de Lewis Carroll por las nínfulas)

8 comentarios:

  1. Que interesante es tu blog. Voy a leer el libro de Walpole.

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  2. Deberías estar orgulloso de las ganas de leer a la gente de la que hablas que inyectan tus entradas. Un saludo.

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  3. Marbellí: gracias por la visita. El libro está publicado en la antigua colección de bolsillo de Alianza editorial, no sé si lo han vuelto a reeditar.
    Blanco: Nadna, que me conoce bien, me regaló un ex-libris con la siguiente leyenda: 'Que otros se jacten de los libros que han escrito, a mí me enorgullecen los que leí'. Saludos

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  4. Llevo exactamente dos horas y cuarenta y dós minutos preguntándome porqué no conocía a estas alturas a Mr.Horace Warpole .Tiempo que he empleado en preparar una festiva comida para mi numerosa prole , procurarles una harmónica ingesta , asegurarme de que proceden segun lo pactado a una inexcusable recogida del evento y sentarme con un trozo de tarta a terminar mi recorrido cibernético.
    Un placer y un honor conocer su blog.
    Seguiré con placer sus entradas.

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  5. lo quiero lo quiero lo quiero lo quiero!!

    y voy a empezar a buscarlo compulsivamente. no sabía del interés de mr. walpole por las nínfulas ni de la existencia del libro

    ah, las nínfulas!

    besos

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  6. AVISO: intentando quitar del listado de seguidores uno con forma de, digamos, vagina desplegada, tras el que se ofertaba una página porno, he cometido la torpeza de cargarme a otros seguidores que quisiera seguir viendo allí.
    En fin, que si se ven, o no se ven, vuelvan a ponerse allí. O a no ponerse. Gracias.

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  7. Conste que tu blog no me actualiza, no solo soy yo y mis circunstancias.

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  8. Retiro lo dicho, me acaba de actualizar (con cuatro días de retraso, pero bueno)

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